miércoles, 9 de enero de 2013

Consumiéndonos la noche

La piel como excusa
su piel como la mía.
Una sonrisa como miedo
de ella a algo
de mí a ella.

La seducción en los ojos
y el deseo ascendiendo por el pecho.
Un impulso perdido en el recuerdo.
Pronto
la siguiente imagen
sus labios
abrasivos, húmedos, cercanos, tibios
y luego
continúa
consumiéndonos la noche,
en una mezcla de complicidad y deseo,
con lo que parecieran
fragmentos cortos de eternidad.

Entonces, la vida sigue
como sigue cada día.
Su nombre sigue siendo lo mismo
sus ojos me han de mirar igual
ni será la mujer de mi vida
ni le pediré que no se marche jamás.
Pero algo sí cambió
y es que al otro día
el calor de su boca,
o lo que quedó de él,
se mezcló con el de la mañana
y se secó, entre mis dientes y mis labios,
un aroma a ella
con el que me bastará.

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