martes, 3 de mayo de 2011

Gritaré cada que pueda.

No me importa. No me importa. No me importa. En definitiva, no me importa. Soy un sujeto emocionalmente suicida. Un kamikaze de la tranquilidad emocional. Y, bueno, si ha de ser será.

Me atemoriza todo y soy un cobarde, disfrazado de tímido y pocas veces me desprendo de lo que soy, tomo valor y grito lo que quiero. Pero hoy debo decir que desde hace días pienso mucho, pienso en como será una noche sin calmar las penas, como podría mirarla directo a los ojos sin un velo virtual de por medio. piensos en sus palabras sonando directamente de su boca. Pienso sobre todo en su calma al sonreír, en su vida a respirar.

Sí, este grito desesperado es una forma de decirle que paso noches enteras pensando mas de lo que debería en ella. Una forma de decirle a ella, a vos, a ustedes, a mí, a quien quiera que sea, que pienso en sus suspiros cada que sin querer se me escapa alguno a mí. Y lo digo fuerte, para que esta noche irrumpa en su ventana y llegue hasta sus oídos; esto es raro, pero divertido.

Tal vez ella no lo quiera escuchar, tal vez ella se asuste al escucharlo, tal vez prefiera pasarlo por alto; o puede que tal vez, solo tal vez, yo esté equivocado.

Con mi voz de fanático, demente, posesivo y desesperado, le digo que no soy nada de eso, o por lo menos no mucho. Pero es increíble como con tan pocas palabras, tan pocas miradas, tan pocas noches; ella logra atraparme ahí, en su mundo, en su vida, en sus encantos de lunes pasada la media noche.

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