No me importa. No me importa. No me importa. En definitiva, no me importa. Soy un sujeto emocionalmente suicida. Un kamikaze de la tranquilidad emocional. Y, bueno, si ha de ser será.
Me atemoriza todo y soy un cobarde, disfrazado de tímido y pocas veces me desprendo de lo que soy, tomo valor y grito lo que quiero. Pero hoy debo decir que desde hace días pienso mucho, pienso en como será una noche sin calmar las penas, como podría mirarla directo a los ojos sin un velo virtual de por medio. piensos en sus palabras sonando directamente de su boca. Pienso sobre todo en su calma al sonreír, en su vida a respirar.
Sí, este grito desesperado es una forma de decirle que paso noches enteras pensando mas de lo que debería en ella. Una forma de decirle a ella, a vos, a ustedes, a mí, a quien quiera que sea, que pienso en sus suspiros cada que sin querer se me escapa alguno a mí. Y lo digo fuerte, para que esta noche irrumpa en su ventana y llegue hasta sus oídos; esto es raro, pero divertido.
Tal vez ella no lo quiera escuchar, tal vez ella se asuste al escucharlo, tal vez prefiera pasarlo por alto; o puede que tal vez, solo tal vez, yo esté equivocado.
Con mi voz de fanático, demente, posesivo y desesperado, le digo que no soy nada de eso, o por lo menos no mucho. Pero es increíble como con tan pocas palabras, tan pocas miradas, tan pocas noches; ella logra atraparme ahí, en su mundo, en su vida, en sus encantos de lunes pasada la media noche.
martes, 3 de mayo de 2011
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