lunes, 22 de noviembre de 2010

Busco lo que no quiero encontrar.


Con cada mujer tan diferente, con cada paso. Con todas las que pasan, observo, busco y me encuentro día tras día. Con cada una de  ellas sueño, cada una se apodera de un pedazo de mi mente. Nunca conoceré ni a una décima parte de ellas, pero aun así no me duele guardarles un espacio de mi cabeza. No vale mucho, no es el mayor detalle, ni siquiera valdría lo que valdría  una flor… aun así, es lo único que tengo. Aquella que observo pasar y me abruma su seguridad, o la que despierta mis mas carnales pensamientos; está ella, quien acabe de ver, así como esa a la que nunca he visto, con quien solo he hablado, pero de todas maneras me la imagino. Quien nunca volveré a ver y la que no quisiera volverme a encontrar deambulando a eso de las 4 a.m.  La que tengo que inventar, porque nunca llegará; la que evita hablarme porque sabe que no podrá sacarme de encima, o la que mira asustada, porque sabe lo mucho que la observo. Ella que me busca y cuando la busco, no le intereso en lo más mínimo. Está, también, quien me recuerda cada pequeño detalle de una época más feliz. Como ella, que deseo que sea feliz y por siempre será parte de mi felicidad. Y además de todas, está ella... que no le interesa, que no quisiera ser mencionada, que es la que, hoy por hoy, más cruza mi vida... pero no quiere que se lo diga. Están ellas y muchas más, de algunas sé el nombre, de otras quisiera no saberlo. Desde lo más carnal, hasta lo más emocional. Cada una de ellas es un fragmento de lo que busco y no quiero encontrar. No me avergüenza decir que me encanta cargarlas en mi mente a todas, así sea por el sencillo temor de enamorarme de alguna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario