viernes, 29 de junio de 2012

Atemporal

Ni la quietud, ni la inmovilidad son síntomas de inactividad.
La lluvia me da pistas de vitalidad
Y el brillo me recuerda su mirar.
Cantá, cantá, cantá, cantá; cantá, por favor, un poco más.

El verde no existe
Es sólo un azul
Que se refugió en el amarillo de la terquedad.

Discúlpenme, solo soy un simple mortal
Pero me gusta dar veredictos con tintes de piedra.

La inmortalidad radicará
En el brillo de su observación
En la ausencia de su razón
En la huida
En la lluvia
Radicará en la mortalidad
En la mortalidad de su color.

miércoles, 27 de junio de 2012

LAS HORAS

No es por sosa poesía, ni por deseos de expresión, que no tengo.
No me interesa comunicarte nada, ni contarte, ni decirte, ni irme
Día, fría, mía. No me interesa lo que se dice, si no como suena
Como termina cada letra pintándose en mi cabeza, en tu cabeza.

Vos, como la joven amante.
Yo, como el amante anacrónico.
La noche, la eterna polígama.


Dejame acompañar esta noche con unos cuantos momentos.
Yo oscureceré mi voz con cada bocanada de impaciencia.
Vos, lo que querás, lo que te plazca, que será tuyo.
La noche hará su parte, la de siempre, la de ella.
Nada vendrá, nadie le ha llamado. No hay necesidad.

La vida marcará, sea tu nombre, o el mío, o ambos.
Algún día hemos de encontrarnos
En alguna calle,
En algún bar,
En tu cuarto,
En el mío,
En la cama del No será,
Algún día nos encontraremos,
O creeremos encontrar.
Lo que importa es que no nos encontramos ahora
Que no te he visto, ni me verás
Que la vida te dará muchas vueltas
Que hoy sé tu nombre
Que tal vez no nos vamos a encontrar.

viernes, 22 de junio de 2012

Princesa

De nada sirve que te escriba esto. No podré salvarte con ello, no podré desterrarte del infierno con esto, no será tu libertad, pero prometo que de alguna otra manera si podré serlo.

Solo deseo que puedas ver esto, cuando pase el vendaval, y puedas ser feliz, porque cumplí mi promesa. Quiero que te quede claro, Princesa, que podrás sonreír más pronto de lo que crees, que el frío cesará, que la hostilidad y el miedo ya no tendrá lugar.

No sufras más por el temor, ni por la desolación; la marea menguará y ,cuando eso pase, dormirás entre calma y podrás soñar muchas veces más. No sufras, Princesa, que la noche siempre acabará.

jueves, 21 de junio de 2012

Como en el bolero

Hola, compañera
Acercate con tranquilidad, por favor.
Eso sí, no me abandonés todavía
Que solo vos me quedás.
Que solo necesito tu voz por unos segundos más

Hacerme daño, no, no podrías,
Lastimarme quizás,
Pero de qué servirías
Si no me hicieras sangrar.

Ayudame, te lo pido,
A divagar.
Bucear a la deriva,
Caminar sin más.
Respirar.
Doler.
Matar.
No me dejés solo.
Nunca más, Soledad.

domingo, 17 de junio de 2012

La diferencia no radica.

Ella bajó la persiana, como diría el Acuariano; yo, por mi parte, lo creo imposible ¿Qué sería de mi vida, sin ella, si no la tuviera? La necesito en mi vida sin sus ojos.

Llamémosle como realmente se llama: es egoísmo, promiscuidad, sinvergüenzada, canallada. Eso, querido amigo, es lo que somos, usted, su amigo, el amigo de este mi padre, el suyo y yo. Pero nadie nos podrá juzgar nunca, qué podríamos ser sino eso ¿De qué otra manera podríamos alimentar las ganas de vivir tranquilos, sino es así?

Ahora, mientras ella baja la persiana, nosotros caemos, y caemos con ganas, con vertiginosidad; tenga por seguro que del golpe no salimos sin por lo menos un fémur y un buen par de costillas rotas ¿Quién dice que no hay belleza en la destrucción y el caos? Si la destrucción total no es el acto más bello en este planeta, apague y vámonos ¿Acaso no es eso por lo que tanto luchamos mientras escasamente vivimos?

Ella bajó, baja o bajará la persiana, como ya he dicho, mientras tanto yo me ahogo en la sustancia amarga y marrón que sabe a ella y recalco en mi necesidad de vivir sin ella, teniéndola en mí.

Transversalidad.

La pulsión de soledad, este deseo de ser un ermitaño, me está pasando la cuenta de cobro. La noche ha llegado a darme la última estocada. Soy una bestia, como todos, buscando su propia caída sin si quiera saberlo, sin disfrutarla, pero sumergido de lleno en un festival de miembros destrozados. Alegoría a la muere y a la destrucción, qué somos sino es eso.

La melancolía es mi campo de acción, no estoy cómodo sin ella, no puedo darme nada sin su presencia en cada fonema que pronuncio; no puedo estar a gusto en la plenitud. Nada bueno nace en mí, si no es gris, frío y con dolor cervical.

Puedo notar, con el pasar de los días, que ni la pasión, ni el arte, ni la expresión han sido mi motivación principal. Mi ser no ha sido más que una excusa, un medio, para esta brutal, pesada, visceral y tormentosa necesidad de gritar, todos los días un poco, a la media noche, hasta que se me canse la voz, esperando, infructuosamente, a que se me agote la necesidad.

miércoles, 13 de junio de 2012

-¿Por qué la luz? - Dijiste.

Recuerdo que alguna vez me preguntaste por qué La luz. Recuerdo cómo brillaban tus ojos. Recuerdo. Te dije, sin titubear, que era porque lo que veía de ti era tu luz. Recuerdo.

Te dije, lo sé, que no era La luz en sí, sino que era, también, el vacío de la misma; que por ejemplo a ti no te amaba por tu presencia, como tal, ni siquiera por tu ausencia. Que la razón era que existieras, como La luz. No era necesario que estuvieras, porque las sombras parciales, o la penumbra de tu abrigo, me permitían saborear la dimensión de tu vacío.

Tu rostro me confesaba, casi con pena, que seguías sin comprenderme, y, como un último recurso, intenté iluminarte como pude, como quise, tanto como me dejaste, tanto como quisimos; descubrí que habías empezado a entenderme, aunque sin reflexionarlo. Te di un beso y te escribí en la mano que era sencillo, que lo único que importaba entender era que, aunque sin saber por qué, La luz nos agrandaba, nos acompañaba, nos huía; que era ella tu cómplice y la mía.

Nos recostamos. Recuerdo. No me entendiste en el momento, pero sé, que ahora que la luz no me muestra tu rostro, entiendes perfectamente por qué La luz.

sábado, 9 de junio de 2012

No me nombrés

La magia de no existir
De dejar obra
Viva, fuerte
Y que mi nombre no la habite.

El anonimato es ese regalo
Que todos deberíamos aceptar
Y que ineludiblemente
A todos nos llegará.

Por ejemplo, mi anonimato en ti,
Que no demora, que se avecina.
El amante sin voz, sin nombre, sin rostro
Que la noche abandona implacablemente
Todos los días
A la misma hora.

¿Qué gracia tendría la falaz inmortalidad de mi nombre?
Si, de todas maneras, nadie sabría quién fui
Por ejemplo, en ti, nunca moriré.
Pero mi nombre y mi rostro sí.

Y es que la grandeza del anonimato
Radica en que nadie podrá inventarte
Más allá de lo que si fuiste; nada.

No soy un rostro, un nombre, ni una voz
Yo soy lo que la obra diga que fui.
Yo seré la destrucción a escala
Que deje en este mundo, cuando me vaya.
Solo seré un recuerdo borroso y ruidoso
Retumbante en tu cabeza.

No hay honores, ni distinciones que valgan.

Bajo la noche que agobia y ama
Procuraré morir como un NN.

jueves, 7 de junio de 2012

Relato de unas cuantas noches vacías.

Y paso el insomnio embriagado en ruidos confusos, nauseas vagabundas y espesos humos, sofocando mis horas hasta que llegue el sol. Mi cuerpo ni se inmuta, pero mi cabeza se pudre. Cuéntame. Ya no salgo a ver la luna, ya no llueve, ya no fumo afuera, ya ni siquiera me preparo café; ya, a la noche, no le hago el amor.

Ya no la amo, ni ella, ni a la lluvia, ni a ninguna, no nos hablamos, no nos miramos y parece que solo paso mis horas despierto con ella, porque no podría compartirlas con alguien más. Mis amantes me abandonarían algún día, pero nunca pensé que lo harían siendo aun tan joven.

Estar solo, vacío, ser cobarde, gris, opaco, es mi estado natural ¿a quién quiero engañar? En la plenitud me siento incomodo. La verdad es que estoy mejor que nunca, hace mucho no me sentía tan vacío, tan de nada, tan irresponsable, tan inexistente, tan desligado de dolores de cabeza.