sábado, 9 de junio de 2012

No me nombrés

La magia de no existir
De dejar obra
Viva, fuerte
Y que mi nombre no la habite.

El anonimato es ese regalo
Que todos deberíamos aceptar
Y que ineludiblemente
A todos nos llegará.

Por ejemplo, mi anonimato en ti,
Que no demora, que se avecina.
El amante sin voz, sin nombre, sin rostro
Que la noche abandona implacablemente
Todos los días
A la misma hora.

¿Qué gracia tendría la falaz inmortalidad de mi nombre?
Si, de todas maneras, nadie sabría quién fui
Por ejemplo, en ti, nunca moriré.
Pero mi nombre y mi rostro sí.

Y es que la grandeza del anonimato
Radica en que nadie podrá inventarte
Más allá de lo que si fuiste; nada.

No soy un rostro, un nombre, ni una voz
Yo soy lo que la obra diga que fui.
Yo seré la destrucción a escala
Que deje en este mundo, cuando me vaya.
Solo seré un recuerdo borroso y ruidoso
Retumbante en tu cabeza.

No hay honores, ni distinciones que valgan.

Bajo la noche que agobia y ama
Procuraré morir como un NN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario